Las reglas del juego han cambiado en el mercado laboral Como el filósofo José Antonio Marina define, talento es inteligencia triunfante, que nos permite utilizar bien nuestras destrezas y capacidades para dirigir las acciones hacia nuestras metas propuestas. Para ello, es necesario poner en marcha todo aquello que tenemos dentro, en definitiva “despertar nuestro talento”.
Los últimos siete u ocho años han estado marcados por la mayor crisis económica desde la historia de la democracia. En todo este tiempo, hemos vivido como, desde numerosas pymes y autónomos, hasta grandes corporaciones empresariales veían reducir drásticamente sus plantillas y estructuras, su cuenta de explotación y se encontraban abocadas a bajar la persiana.
No es momento de pensar, qué ocurrió o qué se hizo mal. A nivel de gestión de personas, algunas empresas aprovecharon la coyuntura para adelgazar sus equipos, y sobre todo, en muchas ocasiones para precarizar las condiciones laborales, y lo que es mucho peor, las emocionales. En estos años desde el ámbito de la gestión de personas y RRHH acuñamos el término “el secuestro del talento”.
Es decir, muchos grandes profesionales con un talento demostrado se encontraron anestesiados por la situación económica, así como por la estrategia interna de algunas organizaciones. En muchos casos por necesidad, pero en otros por otros condicionantes, solo se puso el foco en la reducción de costes, sin trabajar temas tan importantes como la formación y desarrollo de las personas, o lo que es, incluso más importante, el engagement con la compañía. Bajo mi punto de vista, esta táctica utilizada solo tiene una visión muy cortoplacista, que está derivando en las consecuencias que ahora comentaré. Por ende, la lenta, pero paulatina mejora de ciertos indicativos socioeconómicos, ha reactivado la actividad empresarial, y a su vez el mercado laboral. En este primer semestre del 2016 he podido comprobar lo que he denominado como “el despertar del talento”. Muchos grandes profesionales atrapados en sus organizaciones han comenzado a apostar por otros nuevos proyectos. Asimismo, otros jóvenes de la generación millennials, abanderan esa “revolución del talento”.
En este nuevo tiempo, las Startups ganan peso y son mucho más atractivas para los potenciales candidatos, y las personas dejan de tener miedo a asumir nuevos retos y nuevos riesgos. Es curioso observar como algunos profesionales, a pesar de encontrase ligados a una empresa, mencionan abiertamente en redes profesionales que se encuentran en búsqueda activa de empleo, cuestión impensable hace algunos años. Y sí o sí , este es un proceso irreversible, que está ya revolucionando nuestro mercado laboral y donde todas las compañías van a tener que competir férreamente por el valor más preciado para sus organizaciones, el talento.
La reciente investigación de mercado realizada por Randstad, a través de encuestas, traslada que entre los factores que más valoran los españoles a la hora de incorporarse a una empresa, se encuentran por este orden el salario, la seguridad a largo plazo, un buen clima laboral, oportunidades de carrera y conciliación. Y el dato más significativo es que, un 84% de los encuestados dejaría su actual trabajo para incorporarse a una compañía con una mayor reputación. En esta guerra por el talento, aquellas compañías que sepan leer rápidamente las nuevas reglas del juego replicas de relojes baratas y desarrollen un employer branding coherente entre el 2.0 y su realidad interna serán las que mayor ventaja competitiva obtendrán. Para ello, hoy más que nunca tenemos la necesidad de alinear a las personas en aquellas posiciones donde puedan despertar su talento y desarrollar su máximo potencial, así como reforzar su engagement, o por el contrario terminaran aceptando otros proyectos donde sí tengan esa oportunidad. Ahora el balón está en el tejado de las empresas, ¿sabrán leer el partido…?